En verano la mecánica de tu coche se enfrenta a potenciales problemas que no son tan frecuentes en otras épocas del año, sobre todo por el calor. He aquí una pequeña guía para saber cuáles son los mayores riesgos y que se puede hacer para combatirlos.
Turbo
La falta de lubricación puede romperlo ya que este tiene que trabajar a unas elevadísimas temperaturas -supera los 650ºC- que, en verano, son más difíciles de refrigerar. Para cuidarlo te recomendamos cumplir los intervalos de cambio de aceite y su filtro y, después de un trayecto largo y antes de parar el motor, déjalo durante un minuto aprox. al ralentí; el propio paso del aceite refrigerará el turbo lo suficiente como para evitar posibles averías.
Rendimiento del motor
Se refiere a la pérdida de rendimiento que sufre el motor debido a las altas temperaturas. El problema se debe al volumen de oxígeno que contiene el aire, que es menor cuanto más elevada es la temperatura ambiente. Así, la combustión de la mezcla aire-gasolina dentro de los cilindros es un poco peor, algo que influye directamente en el rendimiento.
Electrónica
Por las altas temperaturas, los componentes electrónicos pueden fallar si superan los 80ºC y no están convenientemente ventilados. Si se calientan en exceso, fallarán y podrían averiarse; en función del sistema, el coste puede variar entre los 60 y los 900 euros. Para evitarlo, basta con tener en perfecto estado el electroventilador del vano motor y asegurarse de que las tomas de aire de la carrocería y del paragolpes no están obstruidas.
Escobillas
La goma de las escobillas se deteriora especialmente con los cambios bruscos de temperatura y, también, con el frío o el calor extremos. No actives el limpiaparabrisas si el coche está al sol y con una temperatura ambiente de más de 30 grados, a no ser que el cristal esté muy mojado; de lo contrario, el propio deslizamiento sobre la luna provocaría que la goma se queme ligeramente, algo que la endurecería.