Ya sabemos que el frío afecta a la mecánica de los coches y también de forma negativa a las baterías de los coches eléctricos.
Pero las bajas temperaturas no tienen sólo consecuencias en el apartado eléctrico sino que toda la mecánica de los coches sufre, sobre todo aquella que recurre a sistemas hidráulicos de algún tipo y, sí, el diésel también es un líquido y se puede congelar.
Hoy vamos a repasar por qué sucede y cuáles son sus consecuencias.
Quienes están habituados a vivir en zonas frías puede que lo tengan bastante asumido, pero en caso de ola de frío o de viaje a la montaña puede ser que, sencillamente, un día tu coche diésel decida no ponerse en marcha.
El diésel y la obstrucción por frío
Esto puede ocurrir porque cuando la temperatura cae por debajo de los -10ºC el gasoil pierde fluidez, impidiendo que el combustible llegue al motor. Para ser exactos, por debajo de este rango de temperatura son las parafinas que componen el gasóleo las que comienzan a cristalizarse.
Cuando esto ocurre el diésel deja de fluir como debe por los filtros y los conductos que van hasta los inyectores o la bomba de admisión.
Si hablamos con propiedad hay que señalar que el diésel no llega a congelarse. Lo que ocurre es que se espesa y no se comporta como debería a través de las canalizaciones del motor. Es por eso que no hay que decir que el diésel se congela, sino que ha llegado a su punto de obstrucción en frío.
Os recomendamos que vuestros coches reposen en cocheras en la medida de lo posible, y esperar unos minutos antes de ponerse en funcionamiento tras su arranque.